Es el único árbol que pertenece a la familia de las Gimnospermas. Lo
llaman el Árbol de los Escudos, pues sus hojas tienen forma de escudo. Su
crecimiento también es lento, pero es una planta muy interesante ya que tiene
una altura de 10 metros y su follaje se torna amarillo durante el otoño. Y eso
por no hablar de que es muy adaptable: puede vivir tanto en climas
templados-fríos como en los cálidos, siempre y cuando durante el invierno la
temperatura baje de los 0ºC Por su tamaño, es una planta para jardín,
colocándose a pleno sol si el clima es suave-frío o en semisombra si es más
bien cálido. Soporta temperaturas comprendidas entre los 38ºC de máxima (lo
ideal es que no supere los 30ºC), y los -18ºC de mínima. Las hojas del Ginkgo
biloba contienen flavonas (quercetol, kenferol, etcétera), lactonas terpénicas
(ginkgólidos) y fitosteroles. Poseen efectos venotónicos más que notables,
actúan como neuroprotectoras, vasodiladoras a nivel periférico, antiagregante
plaquetario, antihemorroidal, diurético y antioxidante. En la medicina
tradicional china, las semillas del ginkgo se han tomado para combatir las
flemas en ataques asmáticos y bronquitis, como antialérgico, para tratar la
incontinencia urinaria, la enuresis infantil, la inflamación de vejiga, la
candidiasis vaginal, y como tónico renal –yang– y revulsivo sexual. Y las hojas
se han destinado a aliviar trastornos de circulación, inflamaciones reumáticas
y problemas de la piel.
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