jueves, 5 de julio de 2018

Ginkgo biloba


Es el único árbol que pertenece a la familia de las Gimnospermas. Lo llaman el Árbol de los Escudos, pues sus hojas tienen forma de escudo. Su crecimiento también es lento, pero es una planta muy interesante ya que tiene una altura de 10 metros y su follaje se torna amarillo durante el otoño. Y eso por no hablar de que es muy adaptable: puede vivir tanto en climas templados-fríos como en los cálidos, siempre y cuando durante el invierno la temperatura baje de los 0ºC Por su tamaño, es una planta para jardín, colocándose a pleno sol si el clima es suave-frío o en semisombra si es más bien cálido. Soporta temperaturas comprendidas entre los 38ºC de máxima (lo ideal es que no supere los 30ºC), y los -18ºC de mínima. Las hojas del Ginkgo biloba contienen flavonas (quercetol, kenferol, etcétera), lactonas terpénicas (ginkgólidos) y fitosteroles. Poseen efectos venotónicos más que notables, actúan como neuroprotectoras, vasodiladoras a nivel periférico, antiagregante plaquetario, antihemorroidal, diurético y antioxidante. En la medicina tradicional china, las semillas del ginkgo se han tomado para combatir las flemas en ataques asmáticos y bronquitis, como antialérgico, para tratar la incontinencia urinaria, la enuresis infantil, la inflamación de vejiga, la candidiasis vaginal, y como tónico renal –yang– y revulsivo sexual. Y las hojas se han destinado a aliviar trastornos de circulación, inflamaciones reumáticas y problemas de la piel.

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